Sociedad de Naciones. El delegado holandés Van Eyringe, hombre de grandísima cultura escucha al delegado griego que habla, como no, de la paz universal.
- Los griegos, fíense de los griegos – va repitiendo el delegado holandés.
- ¿Qué tiene usted contra los griegos? – le preguntó un vecino.
- No tengo confianza en ellos.
- Yo creo que…
- ¿Ha olvidado usted que entraron en Troya por la astucia dentro de un caballo de madera? – explota indignado el ilustre helenista.
Eduardo VIII llega de incógnito a París un día de niebla.
- Esto del incógnito se ha acabado – exclama -; hasta la niebla lo sabe y me ha seguido desde Londres hasta aquí.
En el año 1883 se sublevó la guarnición en la Seo de Urgel. Púsose al frente de los sublevados el coronel don Francisco Fontcuberta. Este señor era espiritista y cuando recibió el aviso del fracaso de otra sublevación iniciada en Badajoz, intentó desistir, pero evocó el espíritu de Prim y, según manifestación del propio sublevado, éste le aconsejó seguir adelante prometiéndole el triunfo, lo que acabó de decidirle. El espíritu del vencedor de los Castillejos sufrió lastimosa equivocación en este trance a que arrastró a Fontcuberta.
El general Moriones, procedente del campo republicano y de ideas un tanto avanzadas, presentóse en cierta ocasión a Alfonso XII. Temía el general la presencia del rey, que conocía perfectamente los antecedentes revolucionarios de Moriones, así que al comparecer ante el soberano exclamó:
- Señor, yo no puedo ocultar que he hecho toda mi carrera en la revolución.
- ¿Qué era usted en 1868? – preguntó el rey.
- Capitán, señor.
- Pues poca carrera ha hecho usted – replicó don Alfonso – comparándola con otras y, sobre todo con la mía. Yo en 1868 era soldado raso y ahora me encuentro de capitán general.
A Edmont About, después del golpe de estado del 16 de mayo, amigos políticos, muchos de los cuales habían vencido gracias a él, le olvidaron completamente. Ni un cargo, ni una condecoración, nada.
- Me lo habían prometido todo – decía-, lo había aceptado todo… y no he obtenido nada.
Antes de entregarse a la policía, el bandido Bellacoscia habíase establecido en Bocognano, su lugar natal. Edmont About fue a visitarle y el bandido le invitó a cenar, mostrándole luego los recuerdos de sus correrías y regalos que había recibido cuando decidió abandonar su…profesión.
- Señor About, si usted quere darme algo lo agradecería para mi colección.
- ¿Quiere este anillo?.
- No, gracias, es demasiado valioso
- Pues no tengo más que este anillo o este cuchillo de caza. Tómelo usted, pero por favor, tenga cuidado si por acaso lo usa… pasan tantas cosas en la vida…no lo deje en el lugar del suceso…mi nombre está grabado en la hoja.
Gluck, el ilustre autor de Orfeo, adoraba el dinero y la buena comida y no se avergonzaba de decirlo. Alguien le preguntó:
- Maestro ¿qué es lo que preferís en el mundo?.
- Tres cosas: el dinero, el vino y la gloria.
- ¡Cómo! Para vos, un músico, ¿la gloria viene después del dinero y del vino? No sois sincero...
- Pues es bien sencillo... con el dinero compro vino, el vino despierta mi genio y éste me trae la gloria.