Hacía mucho que no me pasaba por "Dale al palique", y prueba de mi evidencia es nuestra increíble abrelatas...digo "abre-temas" la insaciable
Sheila que no dudó ni un instante en preocuparse por mi, muchas gracias por tus detalles. Aunque, no te has parado a pensar, ¿que quizás me guste que me vengas a buscar?
Bueno, este pequeño párrafo ha sido algo off-topic, así que pido disculpas. Vamos al lío!
Hablamos de guardar un secreto, ¿no? Muy bien, pero antes de empezar, me gustaría saludar a un compañero forero y que tantos debates lingüísticos hemos tratado en ciertos rincones del foro y que me hicieron ver en esa persona, que tenía ante mi, a alguien con una capacidad soberbia de sorprender espontáneamente, os hablo de
crackcoco, es un placer seguir leyéndote allí donde estés.
Ahora si, vamos al lío, que hoy tengo la "charla-fácil", ya sabéis eso de irse por las ramas y no hablar del tema tratado (es que no me salía otra palabra para describirlo

).
Secretos, condenados sean los secretos que tanto abundan en esta sociedad y que nos ayudan a tener un baúl con llave en nuestro interior (o sin llave para algunos, ya saben de esos de apertura fácil), hay quien dice que vale más un secreto en mano que ciento volando...¿no? o era un pájaro?? Bueno, tanto da ya que llega a ser lo mismo.
Voy a ser un poco egocéntrico y hablaré de mi, ya que precisamente tengo muchos secretos, míos, suyos, de aquellos, de los otros...en fin que si los mezclo puedo sacar una novela y ganar el Premio Cervantes (o el Pulitzer, como queráis).
El caso es que suelo ser una fuente de ingresos de secretos, muchos ven en mi el baúl que ellos tienen sin llave y por eso me dan su confianza, se lo agradezco y mucho porque aunque tenga que comprar otro baúl para seguir llenando secretos no me importa, es como un placer. Ya saben que para muchos lo más gratificante es saber de todo de los demás, a estos se les suele llamar: cotilla, chismoso, murmurador, chismorrero, curioso, fisgón...en fin.
Que a lo que me refiero es que siendo una persona propensa a ayudar, uno de los valores que tiene que tener es saber escuchar y sobretodo saber guardar cualquier confesión que te puedan ofrecer, sin hacer falta que te mencionen de que se trata de un secreto, cosa que mucha gente o es incrédula o se hace la tonta, pero a bote pronto esa confesión que le han echo la hace volar desde Singapur a Nueva York.
Por otra parte no tengo a nadie a quien ofrecerle mis secretos, si antaño confiaba en cualquiera que se me hacía el simpático, ahora no confío ni en mi propia sombra. Las malas experiencias hacen que uno se encierre en uno mismo. Y es algo malo.
Ahora mismo, tengo secretos y que nadie sabe y sinceramente me encantaría confiar en alguien con quien compartirlos. Aunque mis puertas estén atascadas por los años en balde que han echo mella en ella, espero que algún día pueda abrirlas hacía alguien a quien se lo merezca. De momento, y aunque lo intente con fuerza no consigo abrirlas.
Desde mi comedor de mi casa os escribe Lluishio con toda su sinceridad.
Un amigo que os aprecia y un lector apasionado de leer vuestras historias.
Un abrazo!